lunes, 26 de abril de 2010

Dos poemas de John Betjeman



(esto es una antigualla que encontré por ahí)

(Sir) John Betjeman (1906-1984) fue uno de los más importantes poetas ingleses de la segunda mitad del siglo XX. Su obra se caracteriza por la extensiva utilización de la rima, haciendo eco de la vibrante y renovada tradición inglesa -piénsese por oposición en la hispanoamericana, moribunda-, junto a otros tan importantes como Larkin o Day-Lewis, a quien sucedió como poet laureate en 1972. Betjeman consagró gran parte de su tiempo y esfuerzo a combatir las tendencias destructoras de la modernidad, en la especie de promover el rescate arquitectónico de iglesias y otros edificios antiguos amenazados por el bulldozer y la edificación barata. El primer poema que se aquí se muestra, Inexpensive Progress, es prácticamente un manifiesto al respecto.

El segundo, Diary Of A Church Mouse, es en clave más ligera y asume la voz de un ratón de iglesia que (mal)vive todo el año, excepto para la fiesta de la cosecha, cuando se harta de comer las ofrendas de los parroquianos. De paso, el ratón se permite cierto sarcasmo sobre los seres humanos, que, al igual que sus oportunistas hermanos roedores -vituperados como “paganos”, ateos o low church por nuestro héroe-, sólo aparecen por la iglesia para la mentada fiesta. Si lo leyeran, quizá nuestros pastores de almas encontrarán consuelo en la idea de que en todas partes la gente evita, si puede, poner un pie en la capilla salvo haya algo en limpio que sacar de ello.

Una nota final: salvo alguna casualidad, he sacrificado toda rima y patrón formal de versificación al traducir, lo que tal vez suene contradictorio con el encabezado de este articulejo. Pero no hay tal, creo. Los textos originales aparecen aquí y acá. En éste último es posible leer y escuchar a Betjeman -o al ratón- recitar en su idioma original.

* * *

Progreso a un Precio Conveniente

Envuelve en náilon tus piernas,
monta tus cerros de postes,
oh edad sin alma;
fuera con los amables sauces
y las olas de olmos
que ruedan por tus valles.

Digámosle adiós a los setos
y las rutas con bordes de pasto
y los serpeantes senderos de campo;
dejemos que todo ande más rápido
donde el autómovil sea el único amo
hasta que sólo quede la velocidad.

Destruye los viejos letreros de posada
pero siembra los caminos con señales de hojalata
“Mantenga Su Derecha”, “M4”, “¡No Pasar!”
comando, instrucción, advertencia
una y otra vez decorando
la pedregosa rotonda;

Porque toda cruda obscenidad
debe tener su pequeño “atractivo”,
su parche de pasto cortado,
y los letreros se ven de maravilla
entre macizos de flores
con focos entre medio.


No dejes ningún viejo pueblo en pie
donde pudiera aterrizar
rugiendo un aeroplano,
pero ahórrales daño tan vulgar
como refugios de marco roto
sin habitar desde la guerra.

No dejes que ninguna avenida de provincia
que pudo ser tu calle o la mía
se vea como se veía,
pero deja que las tiendas de cadena se instalen aquí
sus largas tiras de vidrio negro
y a través suyo relámpagos de tráfico.

Y si hay algún paisaje,
algún verdor sin pretensiones,
sobreviviendo en parte alguna,
protección no necesita
pues muy pronto allí alzaremos
una planta eléctrica.


Cuando toda ruta esté iluminada
por monstruos de concreto emplazados
como horcas sobre nuestras cabezas,
bañados en el vómito amarillo
que cada monstruo bota desde sí
sabremos que hemos muerto.

*

Diario de un Ratón de Iglesia

Aquí entre casullas largo tiempo abandonadas,
bancos podridos y escabeles a medio quebrar,
aquí donde el vicario nunca mira
yo mastico entre viejos misales.
Acuclillado y solo paso mis días
detrás de este paño de la Iglesia de Inglaterra.
Comparto mi oscura y olvidada pieza
con dos lámparas de aceite y media escoba.
El que limpia nunca me molesta
así que aquí, frugal, me tomo el té.
Mi pan es aserrín mezclado con paja;
mi mermelada es limpiador de piso.
Pascua y Navidad podrán ser un festín
para curas y congregaciones
y quizá también Pentecostés. Todos lo mismo,
ninguno llena mi flaca estampa.
Para mí el único festín en realidad
es el Festival de la Cosecha, en otoño
en que puedo satisfacerme a voluntad
con jarras de trigo alrededor de la pila.
Escalo la cabeza de bronce del águila
para cavar a través de una hogaza de pan.
Me trepo por la escalera del púlpito
y mordisqueo las médulas que cuelgan de ahí.
Es agradable disfrutar
estos artículos antes de que se vayan a la basura,
pero qué molesto cuando uno se encuentra
con que otros ratones de mentes paganas
se meten a la iglesia para compartir mi comida
cuando no tienen nada que hacer acá.
Dos ratones de campo con ningún deseo
de ser bautizados invaden el coro.
Una rata enorme y realmente poco amistosa
viene a ver en qué andamos.
Dice pensar que Dios no existe
pero igual viene... es muy extraño.
Este año se robó un manojo de trigo
(frente al sitial de nuestro predicador)
y prósperos ratones de campos lejanos
vienen a escuchar tocar el órgano
y ocultos bajo sus notas
comen a través del fardo de avena del altar.
Un ratón de Baja Iglesia, que cree que yo
soy demasiado papista, y Alta*,
sin embargo no cree erróneo
masticar sonoramente durante la Oración de la Tarde
mientras yo, que paso hambre todo el año,
tengo que compartir mi comida con roedores
que excepto en esta época
ni se aparecen por la iglesia.
Yo sé que dentro del mundo humano
eso no podría ser,
porque los seres humanos sólo hacen
lo que su religión les dice.
Leen la Biblia todos los días
y rezan siempre, mañana y noche
e igual que yo, el buen ratón de iglesia
adoran al Señor en su Casa,
pero de todos modos me extraña
cuán llena puede estar la iglesia
con gente que nunca veo,
excepto para el Festival de la Cosecha.

* High- y Low Church es la distinción tradicional de las dos corrientes principales de la Iglesia Anglicana. A muy grandes rasgos, la primera corresponde a la más aristocratizante, episcopal y/o “católica”, mientras la segunda es más asambleísta, presbiteriana y/o “protestante”.